Rosquillas

-Así que has venido a caballo para unirte a nosotros...- recapituló el coronel muy despacio, al ritmo de su asombro, mientras señalaba con el mentón a la esquina de la mesa donde reposaba mi botín-, con tus sombreros y todo.

-¡No!- levanté la tapa de la sombrera y volví a reírme-. No son sombreros, sino rosquillas. Cinco kilos, me salen muy ricas. Es que cuando me pongo nerviosa, me da por cocinar. Y esta mañana, como llevaba mucho tiempo pensando en escaparme, pues... me he liado a hacer rosquillas.

Inés y la Alegría
Almudena Grandes

Bueno, pues eso, rosquillas. No las había hecho desde que mis hijos eran pequeños. Aquellas cosas que durante unos años haces mucho y luego se te olvidan. Leyendo este libro las he recordado y me he puesto a la labor.

Ingredientes:

4 huevos
12 cucharadas soperas de azúcar
12 cucharadas soperas de aceite de oliva
12 cucharadas soperas de leche
Ralladura de 1 limón
3 papelillos dobles de gaseosa
Una copita de anís (opcional)
Harina, la que admita (ahí, ahí te quiero ver...)
Aceite de girasol para freír
Azúcar glass para rebozar

Batir los huevos en un bol (grande), añadir los demás ingredientes e ir amasando todo. Integrar la harina poco a poco. Tiene que tener una consistencia lisa y que se despegue de las manos, para poder hacer unos churritos y unir los extremos.

Para freírlas se necesita una sartén con abundante aceite... y un pinche. Fríen muy rápido, hay que darles la vuelta ligerito... y si estás formándolas, con las manos en la masa, es un lío. No cuesta mucho encontrar un pinche, en cuanto dices: hacemos rosquillas? siempre hay algún voluntario...

Una vez fritas, se van depositando sobre papel absorbente y luego se rebozan en azúcar glass.

Se conservan bien en una caja de lata.